La lágrima.
No sé quién la lloró, pero la siento
(por su calor secreto y su forma)
como brota de mi desventura
como nacida de mi desaliento.
Quizá desde un lejano sufrimiento,
desde los ojos de una estrella pura,
se abrió camino por la noche oscura,
para llegar hasta mi sentimiento.
Pero la siento mía, porque alumbra
mi corazón sin esa luz sin tasa
que solo puede dar el propio fuego.
Mi princesa ¿Por qué tuvo que pasar esto?
He estado tantas horas sin dormir, estoy exhausto.
Y ahora, sin haber pegado los ojos, veo otro día terminarse en la profundidad radiante y clara de un crepúsculo lluvioso.
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