domingo, 10 de octubre de 2010

Solo lamento que no estés conmigo cuando todo termine.


No quisiera irme del mundo antes de ser anestesiado, con otro beso tuyo. Cuando nos besamos recibí tal fortaleza que ahora, he decidido escribir esto y afrontar lo que venga. Solo lamento que no estés conmigo cuando todo termine. Lo lamento y sé que no debo llorar, si tu me vieras en este momento tan desecho en lágrimas, me dirías que no vale la pena sufrir tanto, que debo vivir el presente, y si lees esta carta, moverás la cabeza al ver las manchas amorfas de mis lágrimas, pero te suplico que no me consideres débil porque no lloro por debilidad, lloro por alegría; por la alegría de haberte encontrado, por la alegría que tú me has dado con tus palabras, con tu abrazo, con tu beso…por la alegría de un gran cariño hacia ti y hacia Dios que me ha dado el regalo de tu amor.

Te amo con toda el alma. Así, espero que este papel nunca llegue a tus amos, pero si llegara sería expresamente para darte las gracias, porque me enseñaste a apreciar el sol de cada mañana, a respirar y a vivir con ansia cada alborada, sentir el césped bajo mis pies descalzos y gozar de esas ultimas sensaciones de libertad.

Gracias. No te olvidaré dondequiera llevarme el destino. Gracias por todas tus actitudes para con migo, gracias por tu amor.

Y al final, como si se tratara de mis últimas palabras, quisiera escribir que Dios bendiga a mis hermanos y a mis padres. Y que Dios te bendiga a ti, amiga mía, que no sé de qué forma, lograste meterte tan dentro de mi corazón.

No hay comentarios: